Esta historia de amor y tragedia nos ha acompañado por siglos, pero hoy, en pleno siglo XXI ha sufrido un gran revés, ya que a Julieta la ha matado el veneno del racismo e intolerancia colectiva, debido a que no tuvo tiempo de amar ni morir por Romeo. Después de todo lo ocurrido, vale la pena hacernos esta pregunta, ¿esto es una verdadera forma de “inclusión”? Esta interrogante, surge constantemente desde las entrañas de la realidad que nos aqueja y nos ha aquejado por generaciones a la comunidad afro.
En esta reciente adaptación, encarna a Julieta una protagonista británica de ascendencia africana. Con certeza, la comunidad afro se podrá imaginar lo que supone en las redes todo este montaje tokenista. Es importante señalar, que lo hecho, hecho está, y ha quedado grabado en el imaginario colectivo, pero entonces ¿qué se persigue? Si bien la inclusión es indispensable, este tipo de acciones colocan en un lugar vulnerable a la comunidad negra, sin un protocolo de cuidados, ¿por qué someter a una persona al ataque cruel de los internautas?, ¿acaso es soltar una bola desde la cúspide para que, como Sísifo, los afro la sigamos subiendo a cuestas sin poder parar?
Es necesaria la inclusión desde nuevos espacios, la visibilidad desde la justicia, no pedimos, compasión, no pedimos re-victimización, pedimos respeto y justicia restaurativa. Por este hecho, colegas de la actriz Francesca Amewudah-Rivers, alzaron su voz contra los ataques que sufrió en las redes sociales. Pero a fin de cuentas lo que empieza como un super proyecto de inclusión, termina en una re-victimización, y así, la bola vuelve a caer, y la seguimos con la esperanza de alcanzar una cima que nos sigue siendo negada.